Del Coronavirus al Sars Cov 2, crónicas de murcielagos.

La antigua China, la milenaria, la siempre invadida, sufrió recientemente un embate más. Esta vez no fueron los ejercitos mongoles, pero fue algo tan mortal como Gengis Kan.

La Historia de China se extiende como se extiende el Yang Tsé y el Rio Amarillo, en los horizontes del tiempo.

Un pueblo dividido que logró unificarse y convertirse en una gran nación con una identidad de enjambre.

Y fue gracias a ese enjambre que pudo contenerse la Epidemia que se denominó en un principio como Neumonia de Wuhan, en honor del primer lugar en el que apareció y cuyos primeros casos se dieron a conocer oficialmente en Diciembre 2019.

El lugar maldito en donde se cree que comenzó todo...un mercado de mariscos, ¿el culpable?, un murcielago.

 

Mientras China estaba ocupada tratando de contener el brote para evitar la expansión, el mundo se dió a la tarea de culpar del temible virus a los chinos, las serpientes, los pangolines, los mercados y hasta las costumbres de un pueblo que no tiene las mismas restricciones alimentarias que los pueblos evangelizados por el catolicismo, el cristianismo y no se rigen por el antiguo testamento en cuestiones alimentarias (eso explica porque comen algunas cosas que a nosotros nos parecen extrañas).

 

El pueblo Chino ajeno a la xenofobia que la despues confirmada pandemia despertaba en el mundo, decretó medidas restrictivas y de cuarentena completa a sus ciudadanos, el paro de labores e instauró una serie de medidas que en occidente nos parecen totalitarias (cabe destacar que los viveres y los controles sanitarios se les proporcionaron a los ciudadanos en sus casas) . Ante eso, miles de personas de todo el mundo que se encontraban en China, exigieron su inmediata repatriación llevandose la neumonia de Wuhan a casa.

Lo que resultó en el pasaporte y visa que necesitaba el luego bautizado coronavirus para salir de China.

A la par que China luchaba con fuerza para contener el mortal brote, ibamos recibiendo datos invaluables para prepararnos para lo peor, la llegada del "virus chino" a casa. Pero entonces cuando más se presionaba a China por hacer algo para mitigar las cifras de contagios y muertos, se da a conocer una noticia que enorgullece doblemente a China, su medicina tradicional, está haciendo efecto. La enorme experiencia adquirida durante al menos 300 epidemias en su historia queda de manifiesto contra un virus que más tarde pondrá de rodillas al resto del mundo.

La medicina china demuestra clinicamente su efectividad en la prevención y el tratamiento de los casos leves y los graves. Hospitales como el liderado por el Director Zhu Ming, en Hunan, se dan a la tarea de distribuir gratuitamente formulas hechas a base de plantas y minerales con actividad inmunomoduladora, detoxificante y anti infalmatoria entre la población.

Las fórmulas no se crean de la noche a la mañana, son producto de miles de años de fundamento clínico y estudios científicos donde queda demostrado, que los elementos utilizados tienen actividad farmacológica. Tal es la confianza en su medicina que el presidente chino Xi Jinping, ordena incluir los tratamientos chinos junto a los occidentales y envía bases de médicos tradicionales a Hubei y Wuhan a practicar en los pacientes la acupuntura y la herbolaria china, vestidos a la par que los médicos occidentales, con trajes de bioseguridad haciendole frente al azote de las plagas a las que China ya está más que acostumbrada. Y juntas medicina tradicional y medicina occidental vencen al enemigo eterno del hombre, la enfermedad. China nos muestra una vez más que los opuestos se complementan, que no es mirando al futuro donde se encuentran las respuestas, ellos nos enseñan que no se trata de descubrir lo nuevo, si no de darle lugar a lo viejo de valorar nuestra sabiduria ancestral y retomarla. Es así como hemos redescubierto la utilidad de fármacos que creiamos en el olvido como la cloroquina o dado la importancia que se merecen las plantas que salvaron a nuestros abuelos y hoy nos pueden salvar a nosotros.

En un mundo donde nuestros adultos mayores nos parecen prescindibles, China nos enseña que honrar la antigua sabiduría puede salvarnos la vida. Occidente tiene mucho que aprender y tiene que hacerlo urgentemente. Por ahora China es el lugar más seguro del mundo

Les dejo un video cortesia de nuestro Director Fernando López (GIAB A.C.)

Gracias querido Dr. Zhu Ming Presidente del Hospital de la Cruz Roja en Zhongfang

Texto por Profesora Brenda Rodríguez (GIAB A.C.)

 

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